martes, 23 de febrero de 2010

Volver

Aquí estoy, he vuelto a publicar en este blog que tantos recuerdos me trae.

Aquí estoy, he vuelto a pensar (y re - pensar) a nuestro país y cada uno de sus personajes.

Aquí estoy, he vuelto a escribir sobre miradas, posiciones, visiones, puntos de vista de ciertas terminologías que son el ABC del vivier en sociedad.

Aquí estoy, he vuelto y seguiré por aquí.

Julio.

Por si hay alguien del otro lado que le interesa lo que puedo llegar a escribir y pensar. Si no es así, todo bien. Lo importante es que volví. Ya lo decía Carlitos Gardel..."volveeer...".

Pensando en la liberdad (primera aproximación)

Siento, a veces, una irresistible sensación de libertad. Digamos que es algo potencial; estoy dudando de la posibilidad de libertad. Ahora bien, algunos piensan que es algo innato de la persona (ser) humana. Me atrevo a disentir en este aspecto. Creo que es una simple categoría funcional para hacernos pensar que hay algo más allá de nuestras narices.
Igual, de tanto pensar y pensar en qué es la libertad traté de dilucidar un poco. Para empezar pensemos en que La libertad absoluta, la “libre libertad”, bajo este sistema, no existe. Es una gran contradicción capitalista. El devenir económico, antropológico y filosófico han logrado reprimir la idea de libertad, de manera solapada. Digamos que uno quiere buscar la libertad con la famosa frase “mi libertad y mis derechos terminan en donde empiezan la de los otros”. Bajo este marco de restricciones totalmente válidas (para la sociedad burocrática en que vivimos), tampoco hay libertad de causa. Una libre libertad no la encontraremos en esta realidad. Podemos pensar que hay una libertad potencial pero no libre libertad.
Entonces, bajo este sistema de vida capitalista burocrático, ¿nunca seremos libres? El hombre como ser ha virado en sus finalidades. El hombre, el “ser-ahí”, para Heidegger, es posibilidad; pero el hombre contemporáneo, el de hoy, el cósico-ser es realidad. No hay propósito por la vida solo que el de consumir. Por esto ha perdido noción de la vida. No es posibilidad, sino cosa.
Dijo Heidegger “el momento en que el hombre dejó de pensar en el ser es cuando se dejó dominar por lo cósico” la cosa mundana, el mercado, el consumo. Del ser al tener, el hombre pasa a ser “cósico-ser”.
Es de menester una revisión de esta situación, porque es así que la libertad, como finalidad última, queda reprimida al tener. Entonces, todos creemos que somos libres por comprar pero no, somos un engranaje más de un sistema “cuasi” perfecto.
En fin, creo que en el único momento que el hombre es libre es cuando se muere, justo antes de esa totalidad. El hombre es "posibilidad". Esa posibilidad la da la razón, el "querer ser”, el ser-ahí o Dasein (según Haidegger). Entonces, dejamos de ser "posibilidad" ya que la muerte aniquila y pasa a ser “cosa”: totalidad.
La muerte es inminencia fundante: todos sabemos que nos vamos a morir. El problema es que no refiere a nada (no es signo. Los útiles si refieren. Por ejemplo: clavo, martillo, cuadro), solo refiere a mí. En fin, la muerte al ser una inminencia, el ser tiene que cerrar su totalidad desde su existencia y en su existencia.
Por eso, creo, que en este sistema la muerte es negada, no es aceptada. Como es negada, nos produce angustia (el aún no me toca, o no es mi momento). Como todo lo que nos produce angustia, creamos Dioses para que nos den respuestas a estas angustias. Digo, entonces, que el hombre tiene que buscar las respuestas. El hombre tiene que creer en el hombre.
Volviendo a la muerte, negarla es angustiante para el Dasien (ser-ahí Heideggeriano). Entonces, si logramos aceptarla, (saber que está ahí) vamos a aceptar la vida, por ende, vamos a ser un poco más libre.
Porque la totalidad de nuestra existencia se cierra cuando somos libres del todo, en definitiva, cuando morimos.

Enojo (y me hago cargo de lo que dicen cada una de estas palabras)

Me enojé con la ignorancia y la mediocridad de nuestra sociedad, ¿hasta cuándo argentinos? Tenemos que tener la capacidad de salir, de una buena vez, de la potencialidad de ser un País. Ya me cansé de que me digan “si este país tuviera buenos políticos, seríamos una potencia” o “acá tiras una semilla y nace cualquier cosa”, ¡ya está! Dejemos de querer ser algo más de lo que podemos ser y miremos nuestro ombligo. Son “chambonadas” típicas del argentino que se la sabe toda. Ya está, ¿no nos damos cuenta de lo que somos? Si no lo hacemos nunca vamos a poder cambiar. Acá el más vivo es el que más caga a la otra persona, o el que mejor insulta, o el que cruza en rojo y la policía de tránsito no lo detiene, o el que no paga los impuestos....¡son todos una pelotudos! Aplaudo la ignorancia de mi País, es bueno darse cuanta de que lo somos, nos permite cambiar (o tratar de). Y nos cansamos de llenarnos la boca diciendo que somos los mejores, los más inteligentes; entonces, ¿por qué carajo estamos así?

Y lo político, y lo social. Son uno, son un espejo. Si el político roba nos quejamos, y nosotros nos cansamos de transgredir normas, leyes ¡Qué hipócrita que somos argentino! Nos llenamos la boca de payasadas, usémosla para decir cosas que queden y construyan, para putear que tan bien nos sale.

Rivalidades, viles rivalidades en un País pasional y sin capacidad de discernimiento. Me da miedo. Tiemblo de solo pensar en que todo se queda en la “hepidermia”, en la superficialidad banal que venden los medios y que los periodistas (in) dependientes defienden. Ellos que tendrían que ser el cambio, el “click” (o no se qué) se ponen a jugar este juego sucio y perverso de pintar y querer armar un país desagradable. Golpes militares, la Guerra de Malvinas, el campo y los grandes lobbys oligarcas que se cansan de pedir una repartición equitativa (o igualitaria, que es peor) de las riquezas ¿Me están cargando? Sociedad Rural, bendita seas por los males a este País. Desde Roca hasta Néstor Kirchner.

Defender lo indefendible, ¿para qué darle de comer a monopolios que han destruido y fundido el país? Es categórico el ejemplo de los noventa de Menem ¿Para qué? No quiero, con esto, entrar en las rivalidades público-privado. Porque las rivalidades no hacen bien a nadie, son extremos, son nada. Está más que claro que el más marxista (más que Marx) ha privatizado algún que otro servicio público, y el más liberal (más que Smith o Locke) ha dejado en manos del Estado otros tantos.

Pero es la rivalidad la que nos lleva al suicidio como sociedad ¿Hay que ser de River o de Boca?, ¿hay que ser Unitario o Federal?, ¿Del flaco Spinetta o de Charly (o, si lo llevamos a bandas: de Soda o de Los Redondos), ¿peronista o radical? y, como el bipartidismo se rompió, ahora “K” (zurdo oficialista) o del campo, o de la oposición (que se opone hasta en la manera de mirar o de mover los micrófonos cuando habla la Presidenta) Pobre País, en vez de construir Democracia (des)construye ideales que se cultivan con pirotecnia y papelitos; con algún que otro choripan y más de cincuenta años de clientelismo. Pobre País, ya debe de estar cansado de tanta mediocridad. De defender causas in-nobles solo por poder ir de vacaciones a Europa o comprar más (y mejor) tecnología o sentirse “poderoso” por cortar una ruta y parar a todo un país, ¡Qué frívolo que somos argentinos!

Pobre país, ¿qué será de los pensamientos de Mariano Moreno, o el último Alberdi?, ¿dónde quedó el patriotismo de San Martín y de Belgrano? Pobre mi País, pobre. En fin, está en la edad del pavo todavía: va a cumplir 200 años de (in) dependencia.

Carta a Biolcatti (y su mirada, superadora, de la pobreza

De mi consideración:

“Cuando el campo dice patria”, dijo, señor Biolcatti, en la apertura de la exposición de la Rural; y desgranó la definición de la misma de manera convincente para los Macri, los Rodriguez Saá y todos los hombres y mujeres de campo. Ahora bien, le hago una consulta ¿incluye, de verdad, a todos los argentinos? A ver...

Llama al reclamo del sector agrario el reclamo de un País. De un País netamente agrario, o un reclamo a aquellos que son campo, ¿Argentina es solo campo? Aquí comienza a desentramarse algo, mi estimado amigo.

Patria, para usted Biolcatti, es solo el campo. Patria, es el país que construyeron en la generación de los 80, con su “orden y progreso”, con su “civilización y barbarie”, con su “Conquista del desierto”, con sus gobiernos aristocráticos (como planteaban Platón y Sócrates: “el gobierno de los mejores”).

Patria, para usted, es seguir bajo el un modelo agroexportador: exportando materias primas eh importando productos manofacturados. División internacional del trabajo, según Smith o David Ricardo (Ley de ventajas comparativas). Esto no es más que seguir en dependencia a aquellos países que la Generación de los Roca, Pellegrini y Saenz Peña promulgaba como la ideal.

Habla de que, Patria, es “humanismo, es solidaridad, es esperanza”, ¿para TODO el pueblo señor Biolcatti? Cuando llama a la pobreza como una enfermedad, ¿qué quiere decir estimado Biolcatti?, ¿eso es humanismo? Cuando corta las rutas por más de 4 meses y para a un país que quería seguir trabajando, mientras el campo no paraba de cosechar, ¿eso es solidaridad señor Biolcatti?, ¿y los maestros, qué ganan miserias y el campo le calienta tres kinotos su situación?, ¿y la Inseguridad, señor Biolcatti?, es hermana de la enfermedad de la pobreza, ¿verdad? Una persona de su intelectualidad, ¿cómo puede decir que la pobreza es una patología? En fin, son visiones de mundo, señor Biolcatti, y usted tiene una un tanto “positivista” como puedo apreciar. Lo invitaría a re pensar este concepto y mirar un poco el pasado. Desde dónde se ha construido la sociedad que tenemos hoy. Esas escuelas totalmente degradadas, una juventud (no toda) no educada, ¿no recuerda los cambios en la escolaridad impulsados por el gobierno de Carlos Menem? O esa misma generación de los 80 y que sin el campo no se puede vivir. Somos el campo, en eso concuerdo con usted. Pero, respóndame señor Biolcatti, ¿no tenemos la capacidad de poder producir manofacturas? Cierto que hemos tenido presidentes capaces de impulsar políticas así pero no fueron permitidas por sendos golpes militares. Saqueme una duda, señor Biolcatti, la Sociedad Rural, qué usted preside, ¿no ha apoyado a esos golpes militares? No ha hecho bonanza con las políticas Neoliberales impulsadas por Ministros de Economía como Martínez de Hoz (no me refiero al creador de la misma Sociedad Rural). Haga memoria señor ¿Era productivo apoyar a esos gobiernos de facto?, ¿no hubo desaparecidos en ese entonces? Digo, habla de solidaridad y patria y se han apoyado gobiernos de facto, no elegidos por el pueblo, no democráticamente, y que han asesinado a más de 30 mil argentinos.

No quiero entrar en facilismos, señor Biolcatti, pero es necesario mirar un poco dentro de usted. Se que tenemos miradas diferentes de País. Pero le pido un poquito de solvencia y honestidad intelectual. No diga que está interesado en los problemas de todo un país. Solo le importa su lugar, su riqueza, sus 3 aviones y sus tierras valuadas en 60 millones. Diga que lo único que interesa es que se abran las exportaciones, sin un céntimo de retención, para ganar un poco más. Diga que no fue el país el que perdió una oportunidad única: fue su sector. Diga que han tenido rentas extraordinarias desde la devaluación del dólar. Diga, por favor, que solo quiere soja en este País, porque es lo que más ganancia da. Diga que se están desmontando millones de hectáreas para sojizar el país. Con esto, quiero que lo sepa, vienen las grandes inundaciones (¿recuerda Santa Fe y Tartagal?), cambios en el medio ambiente y, así, sequías (no llueve por algo señor Biolcatti, no es culpa del gobierno), y nuevas enfermedades (dengue y gripes...no pobreza, acuérdese que no es una enfermedad). Diga que solo le interesa su ombligo. Dígalo.

La patria, para usted, es solo eso. Economías liberales de mercado, rentas, grandes extensiones de tierra, y liberalización de las exportaciones de todas nuestras materias primas. El 10 de Diciembre dice que esta manera de gobernar va a cambiar, ¿para bien del pueblo, señor Biolcatti, o solo para su sector, cómo ha sido históricamente? Espero que esta oposición, que lo único que hace es destruir todo, tenga un poquito de piedad con el TOTAL del pueblo y piense en el pueblo. El pueblo no votó al campo, señor Biolcatti, el pueblo votó (en votaciones democráticas) por un desacuerdo con las políticas oficiales. El pueblo es el que elige y habla. Quizá no sepa mucho de esto, señor Biolcatti, digo de la palabra democracia (búsquela en el diccionario). El pueblo, muchas veces preso de mediatizaciones estereotipadas y por un descreimiento político elige sin saber, o por lo que los medios venden. Quiero que seamos sensatos y concuerde conmigo, señor Biolcatti, los medios de comunicación han sido grandes artífices en el descreimiento político de estos tiempos. No con esto quiero “salvar” al gobierno oficial, pero (desde mi mirada, que es diferente a la suya) solo ha errado en el modo de comunicar la famosa resolución “125/08” (y en muchas cosas más, pero estamos de acuerdo que es un problema económico de sector, nada más). Pensar en la distribución de la riqueza, sacarles a los que más han tenido para darles a los menos, ¿no le parece algo interesante para analizar señor Biolcatti? Recordemos que han ganado de manera exponencial en los últimos tiempos. Ahora, concuerdo con usted en algo: es una época de “vacas flacas”, literalmente, para su sector. Pero, hay una gran crisis internacional que nos afecta a todos. Han bajo el precio de los granos. Ahora, le hago una consulta, ¿recuerda como funcionaban las retenciones móviles, señor Biolcatti?, ¿cuánto estarían pagando de retenciones en este momento? Pero bueno, no puede “chocar” intelectualmente, lo que se está destruyendo, como castillo de naipes, es su modelo de país. Ese modelo Neoliberal, en donde el mercado es el que manda y hace y desase a su antojo. No lo puedo culpar, señor Biolcatti, entraría en un estado de crisis existencial un tanto importante. Pero, recuerde, tiene los mecanismos para solucionarlo. Los mecanismos ya los conoce, su poder de “lobby” y, también, la gran cantidad de dinero en su poder. Es poderoso, señor Biolcatti, lo sabe y utiliza eso para sí. No lo comprendo, perdóneme por mi inoperancia hacia esta forma de gobernar, o modo de ver la sociedad. Para mí, mi estimado amigo, no es un mercado. El pueblo no es el público objetivo al que le tengo que vender. El pueblo soy yo, usted, todos. Pido perdón, nuevamente, por mi incapacidad de entender que el mercado sea quien regula la vida en sociedad. Ahora, concuerde conmigo, no ha resultado satisfactorio este accionar, ¿no le parece?

En fin, hablar de Patria es hablar de un pueblo. De ciudadanos comprometidos. De un país que, en su totalidad, apunta al crecimiento social, político, educativo, de salud, de TODOS. En algo estamos de acuerdo, mi estimado amigo, decir que “a la Patria hay que sentirla y honrarla, todos los días, con gestos solidarios” y que la “Esperanza es el fervor que brilla en las miradas de los que, cuando decimos Patria, se nos enciende el corazón”. Es momento que se le encienda el verdadero fuego de la Patria, señor Biolcatti. Vamos a cumplir 200 años de vida; estamos, potencialmente, capacitados para cambiar. Pero desde todos los sectores, no solamente “gobernando” para uno solo. La Patria somos todos: usted, yo, ellos....TODOS.

lunes, 16 de marzo de 2009

Fenómeno Televisivo: Identidad mediática ¿Somos nosotros?

Identidad: Conjunto de rasgos propios de un individuo o de una colectividad que los caracterizan frente a los demás. Identidad, hecho de ser alguien o algo el mismo que se supone o se busca.[1]
Si comenzamos con estas dos definiciones de diccionario, la palabra “identidad” tiene “identidad” propia. Ya sabemos que es, que quiere decir; es su esencia. Pero hay que ir más allá. Entender lo que es la identidad es algo complejo.
Cuando a una persona se le pregunta, lo define con rapidez. Ahora, cuando se le pregunta por su identidad, cuesta un poco más.
En este escrito trataré de explicar que es identidad y preguntarme si un medio masivo de comunicación, como lo es la televisión, puede construir la identidad de las personas; más aún la televisión de nuestros días, en donde las personas comunes son los actores principales. Para empezar, vamos a analizar dicha palabra desde lo particular. Definir esto desde una perspectiva micro; desde el hombre. Ahora, una pregunta que siempre cruza mi cabeza: ¿Qué hacemos cuándo unimos un conjunto de letras escritas con lapicera en un papel, eso que formamos y que es nuestro nombre? Este simple acto, de escribir nuestro nombre, es formar o poner un rotulo a nuestra identidad. Pero, la identidad de una persona va más allá de su nombre, nacionalidad o su documento.
La vida de un hombre comienza cuando sale del vientre materno. Se podría entender a este hecho como el comienzo de la construcción de la identidad personal. Este primer nivel lo podemos llamar experiencial; arraigado desde nuestro primer contacto, tanto con el mundo objetual como el mundo físico/humano. Comienza repitiendo lo que hacen los demás, lo que su misma experiencia le brinda. Es el momento en que comienza a armarla (primera socialización). El segundo nivel lo podemos llamar: instrumental, más relacionado con el mundo contextual; es la relación de este mundo con los demás actores intervinientes en él. Comienza la interrelación con las cosas ya creadas en este mundo (segunda socialización).
Es en el segundo nivel donde comenzamos a construir antropológicamente nuestras identidades tanto a nivel micro como a nivel macro. Comenzamos a enfrentarnos al contexto con nuestras matices de aprendizaje (las afianzamos en este segmento) y, desde aquí, nuestra identidad.
El primer nivel siempre va a fagocitar[2] al segundo, aunque este es el que más se refleja en el caso estudiado (el querer demostrar al mundo contextual lo que quiere ver o disfrutar) ¿por qué decimos que el primero envuelve al otro? Por una razón simple, nuestras experiencias personales en el grupo primario (lo que arraigamos desde nuestro seno familiar) tienen más peso que nuestra construcción fuera de ellas (aunque son importantes a la hora de las relaciones en grupos secundarios). Hay que entender que aquella socialización primera nos da las herramientas para enfrentar a la segunda.
Adentrando en el tema que me compete ¿por qué podemos pensar que un Medio Masivo de Comunicación construye la identidad de las personas? Porque la televisión, como agente de socialización, nos muestra una realidad construida del contexto en que nos desenvolvemos como actores sociales. Por ende es este quién entra en el segundo nivel, que hablaba con anterioridad, para darnos y mostrarnos el mundo contextual.
En la televisión de hoy en día encontramos programas de diversos géneros. Voy a hacer hincapié en programas como Gran Hermano y El Gen Argentino; este último como el más representativo de la temática tratada en este escrito.
Estos actores televisivos mediatizan su imagen, sus pensamientos, sus cualidades y, por ende, su identidad. Lo vemos en las personas que intervienen en programa Gran Hermano. Y con eso tratan de ganar y hacerse conocidos y “cambiar sus vidas”. En el caso de “El Gen Argentino” vemos una temática parecida, pero en este caso no vislumbradas por sus verdaderos participantes, sino por personas que “defienden” y “venden” sus identidades para que la gente vote y trate de conformar ese gen o ser nacional, el deber ser como sociedad, el quien nos representa. En pocas palabras, buscar nuestra identidad como sociedad.
Son dos ejemplos diferentes en referencia a la temática tratada, ¿por qué digo esto? En el Reality la persona, a fuerzas particulares por hacerse conocer o simplemente “cambiar su vida”, deja de lado esas matrices de aprendizaje para lograr, a cualquier precio, triunfar; mostrando sus identidades de una manera desnuda. En el segundo ejemplo, es la persona televidente quién quiere construir el deber ser, la identidad como argentinos; sintiéndose representado por personajes famosos. Uno muestra las identidades de las personas (micro) y el otro construye la identidad nacional (macro).
Kadiman, define a la identidad como una autoadscripción al seno de una comunidad, que hacen propia mediante la socialización. En este caso, la televisión actúa como agente de socialización, y por ende construye la identidad de diferentes personas y de una comunidad.
Este ejemplo, el fenómeno televisivo, es una pequeña parte para entender nuestra identidad y la identidad de los demás. Hay muchos factores influyentes para la construcción de ella.
En definitiva, la identidad va más allá de un nombre escrito en un papel, de la cultura o sentimientos. La identidad es la esencia de una comunidad y por ende de una persona participante de ella. Como país todavía seguimos lidiando con nuestro deber ser, por una simple razón: nuestra socialización primaria (como sociedad) nos fue robada y no pudimos construir matrices de aprendizaje, nos construyeron a su imagen y semejanza. Construyeron nuestra identidad. Es nuestro deber redescubrirla, destruir categorías eurocéntricas y cimentar categorías propias. Así poder entender de donde venimos, a donde estamos y hacia donde queremos ir.


Linares, Julio César.
[1] Definiciones extraídas del diccionario de la Real Academia Española en su versión digital.
[2] Fagocitar en términos de Rodolfo Kush. El autor lo explica en su libro: “América Profunda”.

Crisis de los alimentos: desarrollo vs. dependencia

Luego de los sucesos que acontecieron a nuestro país, entre un sector (como lo es el campo) y el gobierno nacional, es de menester comenzar a repensar la posibilidad histórica que tiene la nación en cuanto a la crisis de alimentos que azota al mundo.
El aumento de los precios internacionales de los alimentos, provocó revuelas por todo en sociedades dispares. En Argentina, uno de los mayores productores de materia prima, dichos efectos son “paradojales”: estamos en presencia de una increíble oportunidad, pero no tenemos la capacidad para lograr plasmarla en políticas agropecuarias (consensuado con los sectores económicos), de mediano y largo plazo, lo que llevó a la crisis institucional y social.

El futuro llegó
La seguridad alimentaría se ve en peligro para muchos países, tanto industrializados como subdesarrollados (el Reino Unido está en alerta y los países del hemisferio sur ya sienten las consecuencias de los altos precios en los granos. Hay que entender que, estos últimos, no tienen el ingreso per capita que si tiene el Reino Unidos, por ende, lleva a grandes revuelas y desesperación a la gente que ve imposible sanear la necesidad de alimento por los altos costes).
En el último año, los precios se duplicaron. Por citar un ejemplo, el trigo pasó de costar 200 dólares a 400 (en un año, este grano, aumentó un 130% en los mercados a termino).
Son varios los factores que influyen en dicha subida de precios: las malas cosechas realizadas por el sector (problemas climatológicos), un cierto espiral especulativo (lo mismo que lleva al petróleo a situarse en precios exorbitantes), el desarrollo de agrocombustibles (consecuencia del aumento del barril de petróleo), la gran explosión de la demanda, por la aparición de los agrocombustibles, pero también por el crecimiento de aquellos países emergentes como China.
El primer factor, fue determinante. Las grandes sequías que sufrió Australia, terribles heladas en nuestro país y la falta de sol y el exceso de agua que azotó a Europa. En lo que respecta al agrocombustible, no jugó un papel determinante a la hora del alza de precios. Estados Unidos, productor de dicho biocombustible, aumentó su producción de maíz.
Pero el último punto es el más determinante. El crecimiento económico de los países emergentes, sumado a su urbanización, modificó las formas de vida de sus habitantes: comen más y consumen mucha más carne. Por consiguiente, el aumento del nivel de vida en los países emergentes y un paulatino aumento de la población mundial hacen que los precios de los cereales se dispare.
La producción, para el mercado mundial, está concentrada en unos pocos países: la Unión Europea, Australia, Canadá, Estados Unidos y Argentina.
Estos, han elevado sus ingresos por esta situación. Pero se han disparado sus propias economías (niveles elevados de inflación). Por esto, han levantado barreras para mantener los precios internos a un nivel accesible. Como lo hizo Rusia, implementando tasas para las exportaciones, fijando cuotas en los volúmenes de venta. Estas medidas, aumentaron las tensiones y/o especulaciones subiendo así mucho más el precio.

Argentina: una posibilidad de desarrollo
Luego de la crisis suscitada en el 2001 (después de más de 10 años de convertibilidad, se derrumbó la economía nacional: el PBI se contrajo un 18%, y los valores de pobreza alcanzaron picos que va a ser difícil igual a futuro. Muchos economistas la comparan con la Gran depresión), el país tiene la posibilidad de comenzar a estructurar su economía.
Pero, hay que entender que dicha posibilidad no se tiene que pensar a un corto plazo ni mediano, sino a un largo plazo. Ahora bien, ¿Hemos superado aquellas épocas de sube-baja tan característica en la economía Argentina?
Si queremos comparar las economías de la década de los 90 con las actuales, no podemos dejar pasar una categoría de por demás importante: el dólar.
Todos sabemos que en los 90, la convertibilidad (un peso – un dólar) fue el caballo de batalla del gobierno Menemista. En el gobierno actual (tanto como en el Eduardo Duhalde) su estrategia es el dólar caro (tres – uno). La etapa menemista, trajo consigo la desindustrialización, ya que los productos nacionales no podían competir con los extranjeros (a igual valor, se elegía el producto de otro país). Con este gobierno, se reactiva la industria nacional, por la manutención del dólar elevado (sirve de barrera para los productos extranjeros mucho más caros). Pero también atrae industrias extranjeras por la mano de obra mucho más barata. Esto hizo que los niveles de pobreza bajaran y el superávit subiera estrepitosamente. También que se vieran beneficiados los exportadores (cobrando en dólar)
Es el gobierno quién sale a mantener el precio alto del dólar; y tiene que tener muchos ingresos para mantener el precio elevado ¿cómo se mantiene el dólar caro?, ¿cuál es la fuente que recurre el gobierno para mantenerlo alto? Endeudamiento, el superávit fiscal (política defendida por este gobierno. No es más que la acumulación desmedida de dólares en las arcas nacionales, para mantener el dólar alto –poder comprarlos-. Uno de los mayores ingresos, son las llamadas retenciones -impuesto aduanero- que hace que el superávit se mantenga en niveles altos) o la emisión monetaria.
Esto hace que no se pueda comenzar a pensar en otras políticas de desarrollo para el país. Mantener dicho precio, trae aparejado un nivel alto de inflación (el precio real de compra del peso es cada vez menor, por la suba de los precios internos).
En definitiva, el tipo de cambio trajo aparejado la exorbitante ganancia para los exportadores. Pero, la teoría del derrame nunca ha sido lograda como tal: aunque los números muestren un gran crecimiento económico, las ganancias siguen siendo para pocos y parece que no se está dispuesto a “compartir” con los demás.
La etapa del crecimiento fácil, ya ha terminado. Es necesario políticas que contemplen al desarrollo como punto de partida. Ciertamente los recursos están y el momento económico mundial es el apropiado. Es de menester no dejar en manos del mercado la economía, sino que el Estado sea el puntal de dicha ciencia.

Precios Internacionales: dependencia inagotable
Nuestros antepasados (Martínez de Hoz, hasta el menemismo), planteaban la necesidad de especializarse en lo que la naturaleza o las vueltas del mercado nos dejó: la agricultura. Esto no es más que, lo que David Ricardo planteaba, Ley de ventajas comparativas. Entendido esto como la manera que tiene el mercado de demarcar a cada país su especialización. Ahora bien, que paradoja que muchos de los países potencias produzcan alimentos y productos industrializados (caso Canadá, Estados Unidos y Australia). Nuestro país depende de los precios del mercado. Se dice que podemos subsanar todo lo que nos falta con la gran rentabilidad que nos da el agro.


Ahora bien, ¿nuestro destino es ser un país agrario sin posibilidad de desarrollo en otros aspectos industriales? La historia no da la razón a esta forma o modo de país (grandes fabricas cerrando y gente sin trabajo).
Está comprobado que la industria trae consigo y demanda mucho más empleo por unidad. Pero la buena competitividad de la producción agropecuaria, posibilita un importante nivel de exportación de estos productos e ingresa dinero y tiende a encarecer la moneda local (como se explicó con anterioridad). Esto hace que los demás productos sufran una depresión en su competitividad.
Es cierto, que dependemos de los precios internacionales del mercado. Sabemos que el mercado lo “manejan” ciertos países potencias. Pero, como plantea Dos Santos, hay factores externos he internos que afectan a que la economía no se pueda impulsar, produciendo, así, un sistema internacional en donde los países metrópolis dominan, de manera económica, a los países satélites.
Los factores externos están a la vista, pero ¿cuáles son los factores internos que hacen posible (y les convenga) esta dependencia? Son aquellos sectores que se ven beneficiados por la desindustrialización y hacen bandera de ella (desde Martínez de Hoz hasta los 90).
En definitiva, Argentina necesita diversificarse en su producción (ya di cuenta de ello). Urge un plan de desarrollo con políticas claras y sólidas a largo plazo, que traigan consigo políticas comerciales internacionales que “desobedezcan” el rol en la división internacional del trabajo; y, que hagan de la distribución del ingreso, la posibilidad de crecimiento.
El país enfrenta esa posibilidad. Hay condiciones internacionales prósperas pero que algún día se terminarán. Dependemos de ella. Pero la posibilidad de desarrollo es una potencialidad. Necesitamos de equidad, igualdad y fraternidad principios de la Revolución Francesa, principios que hacen a la Democracia; esta Democracia aceptada como modo de gobierno pero que no cumple con los requisitos de todos los ciudadanos. Es la oportunidad.

Linares, Julio César.

Tolerar la vida (y el vivir)

“Diálogo es la búsqueda de un entendimiento mutuo entre dos individuos con vistas a una común interpretación de su acuerdo o desacuerdo. Implica un lenguaje común, honestidad en la propia presentación y el deseo de hacer lo posible para comprender el punto de vista del otro”.

Los conflictos, persecuciones e intolerancias religiosas (antónimos del diálogo y la convivencia entre religiones) son, quizá, una de las pocas cosas que no se le puede achacar al capitalismo imperante. Por supuesto, una afirmación de este tipo no significa que el sistema económico actual no ejerza influencia en los modos de ver la realidad: los principios del individualismo exacerbado, el egoísmo vuelto virtud, la falta de confianza en el otro, los sentimientos de impotencia, insignificancia y soledad moral; sumados a la entronización de la democracia, la constitución y la ley, son configuraciones que deforman la perspectiva que el hombre actual tiene de la realidad, modificando no sólo sus patrones de conducta, sino también sus creencias (el hombre hace lo que hace porque está convencido de ello). No, el que el capitalismo no sea un (reconocido) culpable se debe a que los conflictos entre religiones son de más antigua data que el advenimiento del actual sistema económico.
A lo largo de la historia, muchos han sido los episodios que dan cabida cuenta de la incapacidad de las religiones para convivir: la aparición y persecución del Cristianismo en la Roma Antigua, el desprecio del Islam y la persecución a los “herejes” durante la Edad Media, la destrucción de culturas y religiones latinoamericanas durante el descubrimiento – conquista del “Nuevo Mundo”, las guerras religiosas de los siglos XV y XVI, las Guerras del Golfo contemporáneas (en las que un EE.UU. portador de un orden moral y democrático “justificado” por Dios, invade naciones de religión islámica) y los mismos atentados a la embajada de Israel y la sede de la AMIA en Argentina (por mencionar un hecho local). Sin embargo, un análisis (no tan) profundo de todas ellas pone en relieve la verdadera causa del problema: los conflictos inter y (porque no) intrarreligiosos son más producto de las interpretaciones que el hombre hace de la fe que de la fe misma. Como sostiene el cardenal Jean-Louis Tauran, presidente del Consejo Pontificio para el diálogo interreligioso: “no deberíamos temer a las religiones, ¡ellas generalmente predican la fraternidad! Es de sus seguidores de los que deberíamos tener miedo, de aquéllos que pueden pervertir la religión poniéndola al servicio de malos propósitos”.
Sosteniéndonos en las palabras del purpurado es que, ahora sí, se podría culpar a los intereses económicos y políticos de ejercer influencia directa en las interpretaciones (y usos) de la fe, pero ello no hace a nuestro trabajo. Lo que debe comenzar a analizarse a partir de las palabras del cardenal es la posibilidad que las religiones tienen de dialogar pacíficamente en la actualidad.
Erich Fromm, un psicólogo social, sostiene en su libro El miedo a la libertad (dentro de tantas otras cosas) que la religión (junto con el nacionalismo) une a los hombres contra aquello que más temen : la soledad. Según el psicólogo, el hombre moderno tiene miedo de cargar con su propio yo libre, y por ello se resguarda en formas colectivas de evadir la libertad. Es de reconocerse que el autor centra sus análisis en los fenómenos del autoritarismo y la “estandarización” de las personalidades (que el hombre actúe de acuerdo a lo que la sociedad espera de él); sin embargo, también debe darse lugar a pensar (ya separándonos de los expuesto por Fromm) en que medida el hombre justifica sus necesidades (o intereses) a partir de la religión, el nacionalismo u otras formas colectivas de (en cierto sentido) “evadir” la realidad, así como los intentos de cambiarla y la justificación de que “lo mío es lo primero y lo único”.
Lo anteriormente citado constituye una interpretación negativa (coincidente, en mucho, con la realidad), si se quiere, de lo expuesto por Fromm. Pero también hay una visión positiva, sobre la que se hace necesario recaer: si la religión es un vehículo (necesario) de común - unión del hombre. ¿No puede liberarse esta de las perversiones que este le incorpora? ¿No es posible separarla del nacionalismo a ultranza que, en muchas ocasiones, justificó sus fines políticos mediante la imbricación con la fe? ¿No pueden concentrarse, las múltiples religiones, en potenciar sus numerosas coincidencias en lugar de radicalizar sus pequeñas diferencias?
Un paso de tal magnitud exigirá, sobre todo, dos cosas que, por lo apreciado en la historia del hombre, son muy difíciles de alcanzar: uno, separar razón (o, en este caso, in-razón) de fe, y dos, estar predispuesto a conocer, comprender y aceptar al otro, al tiempo que permito que él mismo me juzgue según sus propias lógicas y argumentos.
Separar razón de fe o, como se dijo, “in - razón” redundará en evitar que los vicios e intereses propios del hombre “contaminen” los postulados de las religiones, en tanto mensajes fraternales más que destructivos.
El conocimiento del otro, su aceptación y su comprensión implicarán la base fundamental para el diálogo interreligioso, al tiempo que abrirá espacios para la construcción de una “convivencia religiosa”, dejando de lado la medieval concepción de “tolerancia religiosa”, concepto sobre el cual recae, subyacente y fuertemente, la concepción de tensión entre religiones. Conceptos como este, pueden ser relacionados con lo expuesto por Rodolfo Kusch en su América Profunda: según el autor, el hombre ya no debe concentrarse en el mero ser (al que identifica con la imagen que nosotros proyectamos de nosotros mismos, a sabiendas de que no es así) sino en el estar. Es decir, si un hombre se basa en las cualidades en las cualidades del otro (el ser), puede juzgarlo y dilapidarlo. Si, en cambio, lo considera a partir de sus necesidades (estar), puede comprenderlo y apoyarlo. Así, se revela que el principio y, al mismo tiempo, propósito del diálogo interreligioso (y porque no, ecuménico) es la necesidad del otro, el lazo fraternal verdaderamente propuesta por la fe; en lugar del interés propio, ese enviciamiento por el cual el hombre irracionaliza la religión.
Inscribiéndonos en lo planteado por el ya citado cardenal Tauran, el que las religiones se sienten a la mesa con la esperanza de la convivencia constituye un riesgo y, también, una oportunidad. En ese sentido, casos como el de la defensa de la sacralidad de la vida, que la Santa Sede y los países islámicos llevan adelante en conjunto ante las Naciones Unidas, es todo un pronóstico esperanzador para los tan duros tiempos que corren. ¿Será el hombre capaz, alguna vez, de vivir en armonía? Sólo el tiempo lo dirá, pero, por supuesto, en la medida que el hombre este dispuesto a hacerlo: lo que le suceda al hombre no es destino, sino el fruto de elegir y actuar con libertad.

Autores: Emanuel Ayala; Julio Linares